Me hubiese
gustado poder contarles una historia donde - en la playa, en un bar o en un sauna
– este humilde servidor conocía al asesor de un diputado que estuviera más bueno
que comer pollo con la mano. Uno de esos dioses vikingos que te dejan sin aliento
solo de pensar lo que deben ser desnudos y, claro, están en tu cama.
Pero no.
Esta vez la
historia es bien diferente.
Fui invitado a
formar parte – en mi solemne carácter de Gordo Puto - del Consejo Asesor del
Diputado Nacional (por el Estado de Rio de Janeiro) Jean Wyllys.
En la primera
reunión el diputado presentó los temas en los que está trabajando actualmente.
Luego, varios de los 35 miembros que forman el Consejo Asesor – entre ellos
activistas culturales, activistas por la diversidad sexual, docentes,
psicólogos, escritores, bibliotecarios, miembros de las iglesias de matriz
africanas, periodistas, abogados, estudiantes, escribanos, etc. - fueron
planteando inquietudes y haciendo reclamos de los que, el Diputado, fue tomando
nota para encaminar hacia el temario de la Cámara Baja.
Cuando mencionaba
que hubiese preferido hablar de temas más… banales, lo hacía con el recuerdo
vivo de la gravedad –y variedad – de temas que se mencionaron en la reunión del
citado Consejo Asesor. Voy a enumerar algunos:
Un diputado federal
en ejercicio fue condenado por desvío de fondos públicos y asociación ilícita. La
votación de la Cámara – por la expulsión o no – dio como resultado que no, que
no había que expulsarlo. Los votos por su expulsión no alcanzaron el mínimo
necesario… Y el mentado diputado está en la cárcel cumpliendo 13 años de
condena.
Según los datos
del último censo existen en Brasil – al menos – 600.000 niños que no están
registrados en el registro nacional de personas. Es decir, no existen.
En los recientes episodios
de represión (junio-julio-agosto pasados) padecidos por los manifestantes que
reclaman en las calles por mejor salud, mejor educación, mejor transporte,
menos corrupción, etc., la policía de Rio de Janeiro tiró gases lacrimógenos
dentro de un hospital público, argumentando que allí se escondían “vándalos”. La
consecuencia de ese salvaje hecho policial fue de 15 personas – que estaban internadas
- muertas por efecto colateral de los gases. La información no sale en los
medios y los manifestantes ahora reclaman también por esos muertos.
Además, dos de
los presentes testimoniaron que, las balas de goma que disparó la policía
carioca, están revestidas de acrílico. Esto les fue revelado a las víctimas de
los disparos policiales por los médicos que les retiraban los restos de ese
material en el lugar del cuerpo donde les habían pegados las “balas disuasorias”.
Los representantes
de la cultura presentaron un panorama desalentador: falta de presupuesto,
edificios en ruinas (la Unesco llegó a plantear la conveniencia de cerrar la
Biblioteca Nacional por falta de condiciones para seguir funcionando), falta de
programas coordinados, etc. Entonces Jean Wyllys amplió: del presupuesto
nacional el 47% se destina a pagar deuda; menos del 1% se destina a Cultura…
Pero el
endeudamiento sigue. Sobre todo para preparar los grandes eventos: Mundial de
Fútbol y Olimpíadas. Pero no se define el proyecto que pide que se disponga de
recursos para evitar que en torno a esos eventos populares no se incremente (ya
que la que existe es enorme) la explotación sexual de menores.
Otra preocupación
fue la política impuesta de llenar las cárceles de “negros, pobres y favelados”.
Brasil es el tercer país del mundo en cantidad de personas presas: 550.000. El
mandato de Jean Wyllys sostiene su postura de no bajar la edad de imputabilidad.
Pero no lo acompañan muchos en esta cruzada.
La situación de
las Iglesias de matriz africana es dramática. Una breve historia: hace un
tiempo un pastor evangélico de Rio de Janeiro–de los fundamentalistas- fue
preso por tráfico de droga y pedofilia. Una joyita. El nefasto diputado-pastor
Marcos Feliciano – reconocido racista y homófobo que preside la Comisión de
Derechos Humanos de la Cámara de Diputados de Brasil (y no es chiste) - se
entrevistó personalmente con el Ministro de Justicia de la Nación para
presionarlo pidiendo la libertad del Diputado-Pastor-Traficante-Pedófilo. Como
no consiguió la libertad de ese delincuente, los fundamentalistas evangélicos
están destruyendo en represalia las Hermandades y Espacios Sagrados de los que
practican religiones de matriz africana.
Se habló de
legalización de drogas; de despenalización del aborto; de programas de
educación sexual laica (las aulas de Brasil manipuladas por católicos y evangélicos
se convierten en templos en lugar de lugares de enseñanza y no siempre se
cumple lo que dijo una travesti presente en el Consejo, “lo único que consiguieron
las religiones en mi fue hacerme atea…”); ley de identidad de género, etc.
Mención aparte
requirió la propuesta de Criminalización de la Homofobia. Contó Jean Wyllys que
desde el PT (sí, el partido gobernante, el de la inefable Dilma y el famoso
Lula) tratan de vaciarlo políticamente difundiendo una mentira: que él, Jean,
se opone a la criminalización de la homofobia. Aclaró que a lo que se opone es
a la penalización tal como se la concibe hoy. Se debe criminalizar la homofobia,
dice, pero hay que pensar muy bien el tipo de pena. Las cárceles de Brasil como
existen hoy, no resolverían de ninguna manera el problema de los que padecen de
homofobia.
Y mucho más se
habló en las casi cuatro horas que duró la reunión.
Y no. La historia
no tuvo final feliz. No terminé en un cuarto de hotel con un gordo maravilloso.
Solo me quedó un
sabor amargo.
Igual, voy a
seguir participando.